Los cazadores-recolectores:
han habitado diversos ecosistemas como los bosques tropicales, las sabanas, las zonas áridas, bosques templados e incluso las planicies frías del Hemisferio Norte ( Boyden, 1992; Broadbent et al, 1993 ). En el contexto ecológico, estos hombres representan consumidores de primer orden (alimentándose de vegetales), secundarios (carne) y en menor medida terciarios (consumiendo carne de animales carnívoros) (Boyden, 1992), son usualmente nómadas aunque pueden establecer asentamientos temporales de duración variable (Fig 2.). Un comportamiento extendido y con evidencias arqueológicas y fósiles tempranas es el uso del fuego para conducir grandes animales a sitios más apropiados para la caza (Boyden, 1992) o como elemento de clareo para hacer las presas más visibles (Broadbent et al, 1993).
El cambio de un hábito de caza-pesca- recolección a uno de agricultura es considerado uno de los eventos de mayor trascendencia en la historia humana (Meggers, 1954; Coe y Flannery, 1964; Stein y Rowe, 1974; Querol s.a.; Bell y Walker, 1992; Broadbent et al., 1993). Esta innovación cultural debe analizarse como un gradiente de intensificación paulatina de las relaciones entre los hombres y el entorno ecológico (Bell y Walker, 1992). El hecho de que el cambio se haya dado aproximadamente al mismo tiempo en muchas partes del mundo, sugiere que detrás de este fenómeno se encuentran factores promotores comunes (Broadbent et al., 1993). Sin embargo como se mencionó anteriormente, no ha tenido el mismo impacto ni el mismo significado para todos los grupos humanos.
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